Intolerancias alimenticias más comunes en niños

¿Cuáles son las intolerancias alimentarias más usuales en los más pequeños?

¿Sabías que las intolerancias alimentarias son más habituales en la infancia? La razón de ello es que el sistema digestivo todavía no ha madurado lo suficiente. Además, también intervienen procesos de carácter infeccioso o vírico que podría afectar a la permeabilidad intestinal. ¡Sigue leyendo para conocerlo todo sobre este tema!

¿Qué es una intolerancia alimenticia?

Una intolerancia alimenticia hace referencia a la incapacidad de consumir determinados alimentos o nutrientes sin padecer ciertos efectos que resultan nocivos para la salud. Por diferentes motivos, el organismo no tiene la capacidad de asimilar alimentos o nutrientes. Esto puede producirse debido a carencias de diferente índole: enzimática, digestiva o metabólica.

Las intolerancias alimentarias pueden empezar a producirse cuando los bebés empiezan con la alimentación complementaria. O, por ejemplo, también podrían desarrollar intolerancia a la lactosa que llevan las fórmulas infantiles para sustituir a la leche de la madre.

Los síntomas más habituales de una intolerancia alimentaria son los siguientes:

  • Estreñimiento o diarrea.
  • Gases.
  • Molestias en el intestino.
  • Digestiones pesadas que producen dolores de barriga.
  • Hinchazón en el estómago.
  • Dolores articulares.
  • Eccemas y picores variados.
  • Vómitos.
  • Pérdida de peso e, incluso, hasta retraso en el crecimiento.

Cómo dato de interés, los síntomas de una intolerancia alimenticia podrían tardar en manifestarse, incluso, hasta 3 días después de haberse expuesto al alimento o nutriente que la produce.

¿Cuáles son las intolerancias más comunes en niños?

A continuación, repasamos las principales intolerancias que pueden surgir en la infancia:

Gluten


El gluten es una glucoproteína que se encuentra en la avena, en el trigo, en la cebada y en el centeno. Y, a su vez, el origen de la misma la encontramos en el intestino delgado. Según los estudios, este no será capaz de digerirlo y, por tanto, se produce una inflamación que atrofia las curvas que recubren el intestino, denominadas vellosidades.

La intolerancia al gluten puede producir daño celular y afectar a la capacidad del organismo para absorber nutrientes. De este modo, ello puede generar retrasos en el crecimiento, de ahí que sea tan grave en niños.

Los síntomas más comunes de la intolerancia al gluten son náuseas, vómitos, diarrea, pérdida de apetito y de peso, así como pérdida de masa muscular. La forma de enfrentarse a esta intolerancia es eliminar por completo el gluten de la dieta. Esto permitirá que las vellosidades del intestino adquieran su forma original y la absorción de los nutrientes sea la correcta.

Lactosa

El problema de la lactosa es que está presente en los alimentos lácteos de la mayoría de desayunos saludables. Por tanto, el cambio de dieta es algo que requerirá de bastante esfuerzo por parte de los más pequeños.

El motivo de la intolerancia a la lactosa se encuentra en la pérdida de la capacidad del organismo para producir lactasa. Esta enzima es la responsable de digerir la lactosa en el intestino delgado. Y, cuando la enzima no está presente o hay una carencia de la misma, el organismo no tendrá capacidad para romper las moléculas de lactosa y se empezarán a acumular en el intestino. De esta manera, son las bacterias intestinales quienes la terminarán descomponiendo y esto da lugar a síntomas como hinchazón en el abdomen, gases, cólicos, vómitos, etc.

Podemos encontrar dos grandes tipos de intolerancia a la lactosa:

  • Intolerancia a la lactosa transitoria: Se suele manifestar debido a una variación en la mucosa intestinal y se caracteriza por provocar unos síntomas más fuertes.
  • Intolerancia a la lactosa congénita: Se produce por una carencia de lactasa. Suele ser la más habitual, aunque lo normal es que su efecto se vaya disminuyendo a medida que el bebé va creciendo.

Sacarosa y fructosa

Finalmente, tenemos la intolerancia a la sacarosa y fructosa. El motivo de esta intolerancia la encontramos en una enzima conocida como sacarosa que tiene el objetivo de hidrolizar la sacarosa y la fructosa. Los alimentos más habituales donde se presentan estos compuestos son las frutas, los zumos y los cereales.

El niño afectado por esta intolerancia presenciará los siguientes síntomas: irritabilidad, incremento del tamaño del hígado, ictericia, vómitos e, incluso, podría derivar en convulsiones. La manera de enfrentarse a la intolerancia a la sacarosa y fructosa consiste en hacer un cambio de dieta. Para ello, se debe evitar la fructosa, la sacarosa y el sorbitol.

¿Qué hacer si sospechamos que nuestro hijo tiene una intolerancia?

Desde el momento en el que se tenga la sospecha de que existe una intolerancia a cualquier alimento, este se debe eliminar de la dieta. Esto se puede hacer por completo o bien minimizando las cantidades para determinar si los síntomas han mejorado. Si no es así, se eliminará.

Lo cierto es que la gran mayoría de las intolerancias que se producen en los niños desaparecerán en unos meses o en algunos años, aunque no siempre es así. Por tanto, lo mejor es acudir al pediatra para que se encargue de realizar los análisis pertinentes y nos diga cómo proceder.

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