Monodietas para adelgazar: ¿por qué no funcionan?

Por qué las monodietas no son saludables

En los últimos años se ha puesto más de moda seguir multitud de dietas y ejercicios físicos, con el fin de adelgazar y sentirnos mejor con nosotros mismos.

Siempre y cuando la dieta escogida sea la adecuada para nuestro caso particular, no es un problema. Lo que ocurre es que, en un gran número de ocasiones, las exigencias de la sociedad por tener un cuerpo 10 han llevado a promover y adoptar dietas que muchas veces provocan el temido efecto rebote, e incluso pueden ser perjudiciales para la salud.

Lo más importante que debemos tener claro es que, si no sabemos exactamente cómo hacer una buena dieta eficaz y saludable, evitemos planificarla por nuestra cuenta y recurramos en su lugar a los conocimientos de expertos en el tema. Un buen ejemplo de ello es Montserrat Quirós, que desde su centro de estética en Madrid nos puede aconsejar un tipo concreto de dieta de acuerdo a nuestro peso, altura y necesidades específicas.

Las monodietas: la solución más rápida

Ante la ineficacia de las dietas convencionales, son muchas las personas que, agobiadas por esta exigencia de la sociedad, recurren a dietas modernas como las famosas monodietas -consistentes en la ingesta de un solo tipo de fruta diariamente durante un mes como máximo- o la dieta del sirope de arce.

Ambas son muy perjudiciales para la salud, ya que permiten bajar varios kilos en un corto periodo de tiempo pero dejando el organismo falto de nutrientes como proteínas y vitaminas, muy necesarias. Así pues, lo que se gana por un lado, se pierde gravemente por el otro.

La adherencia

Para que la dieta que sigamos nos permita ver claros resultados en un periodo de tiempo proporcional, sin necesidad de recurrir a esas dietas modernas tan perjudiciales, es importante contar con el factor adherencia. Esto quiere decir que si vamos a comenzar una dieta, hay que saber con total certeza que vamos a seguirla durante muchos meses y, para ello, será importante que ésta esté basada en alimentos que verdaderamente nos gusten y sepamos que podemos comerlos sin problemas durante mucho tiempo.

El principal problema del nulo funcionamiento de algunas dietas es que éstas terminan cansando y por tanto se abandonan.

Los extremos no son buenos para el organismo

Por otro lado, se hace muy importante no infravalorar las calorías. Hacerlo puede ser gravemente perjudicial para la salud y provocar verdaderos efectos rebote. Por ejemplo, es contraproducente la ingesta de una pizza entera y al día siguiente intentar lavar nuestra conciencia haciendo una monodieta.


No es necesario tener una alta educación nutricional para saber que una pizza cuenta con una gran cantidad de calorías, lo que la convierte en un alimento poco recomendable para el día a día y en grandes cantidades. Así pues, lo mejor es espaciar en el tiempo la ingesta de pizza, privarse de comer una pizza entera y conformarse con unas pocas porciones, volviendo al día siguiente una dieta equilibrada. No hay que olvidar que además de la pizza, ese día ingeriremos más calorías provenientes de otras fuentes.

Los alimentos procesados son el principal enemigo de una dieta saludable

Lo que realmente importa para que una dieta funcione es seguir buenos hábitos. En la sociedad actual se consumen demasiados alimentos ultraprocesados, bollería industrial, refrescos azucarados, la llamada comida rápida o fast food como hamburguesas y pizzas, así como golosinas y aperitivos procesados. Son estos alimentos los que evitan que la población pueda seguir una buena dieta obteniendo grandes resultados.

Debemos cambiar el consumo de estos alimentos por otros más naturales y nutritivos como los huevos, las legumbres, fruta, verdura, frutos secos y pescado, entre otros. La combinación de muchos de estos ingredientes puede dar lugar a platos y recetas muy deliciosas y mucho más saludables que las anteriores.

Una dieta verdaderamente eficaz: la basada en proteínas

La dieta más efectiva para adelgazar es la basada en proteínas, ya que al consumir menos azucares y más proteínas el organismo recurre a las reservas de grasa para obtener la energía que necesita y, por tanto, disminuye el hambre. Esta dieta es muy sencilla y permite comer bien y de forma equilibrada sin que nuestro organismo esté falto de nutrientes o sin que nosotros podamos pasar hambre, como termina ocurriendo con algunas de las dietas más populares.

Un plan ideal basado en una dieta proteica es, por ejemplo, desayunar un café, un zumo natural de frutas y una tostada de aceite con dos lonchas de pavo. A media mañana comer dos piezas de fruta o un poco de queso blanco y a la hora de la comida un filete de pescado o de carne a la plancha con arroz o una patata cocida. Para merendar un yogur desnatado y para cenar una tortilla de dos claras con atún y ensalada o un poco de pescado con un salteado de verduras.

Este tipo de dieta puede es aún más eficiente si la combinamos con ejercicios cardiovasculares al menos dos veces por semana, caminando 45 minutos, haciendo yoga, bicicleta, natación o spinning, entre otros.

Así pues, para ver buenos resultados en nuestro cuerpo no es necesario sufrir con una dieta basada en alimentos que poco o nada nos gustan y que, por tanto, nos va a durar menos de un mes. Tampoco es necesario pasar hambre con las famosas monodietas o perjudicar a nuestro organismo con la ingesta en un solo día de miles de calorías, pasando al día siguiente a comer poco o nada.

Y ante todo, antes de lanzarnos a comer de determinada manera, lo fundamental es ponerse en manos de un profesional de la nutrición para que nos guíe hasta nuestro objetivo, que, por encima de todo, debe fijarse pensando en que nuestro estado de salud sea el mejor posible.

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