¿Por qué la harina de trigo debe formar parte de una dieta saludable?

Alimento básico durante siglos, el trigo y sus derivados como la harina de trigo parecen haber caído en desgracia en los últimos años por unas razones más bien dudosas. Por una parte están las alergias e intolerancias, que por suerte ahora se detectan con más facilidad y por otra la tendencia a retirarlo de nuestra dieta con argumentos como que el trigo engorda y las dietas sin trigo no lo hacen. La harina de trigo está presente en un 20% de los alimentos que consumimos así que vamos a conocerla un poco mejor.

Para empezar, hay varios tipos de harinas de trigo, que en el supermercado diferenciarás por los ceros que lleva. Así, una harina de trigo 000 es una harina común, como la del pan; mientras que la 0000, una harina de trigo compacto tiene menos proteínas y gluten y se utiliza en repostería u hojaldres. Todo lo contrario que las harinas 0 o 00, más fuertes por su formación en gluten. Por ejemplo, la harina de trigo duro es la que se utiliza para hacer macarrones debido a su alto contenido en proteínas.

¿Cuáles son las propiedades de la harina de trigo?

Aunque tenemos diferentes tipos de harina de trigo, las propiedades y características son similares. Eso sí, debes tener en cuenta que, igual que pasa con el resto de harinas, sus valores nutricionales se pueden ver alterados según el alimento donde las encontremos. El almidón es su componente principal, pero también nos aporta minerales (hierro, calcio, potasio, yodo, zinc, magnesio o sodio), vitamina E, varias vitaminas del grupo B (B1, B2, B3, B5, B6, B9), grasas o azúcares.

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La harina de trigo es rica en carbohidratos, lo que tiene sus ventajas pero también le ha provocado algunos detractores. Estos hidratos de carbono, junto a la vitamina B, son un elemento fundamental para que nuestro cuerpo consiga energía o para el funcionamiento de nuestro cerebro, pero muchas veces están asociados al aumento de peso. Una dieta baja en carbohidratos intentará evitar la harina de trigo, aunque realmente el problema no está en la harina en sí sino en los alimentos que la contienen, muchas veces ricos en azúcar y en grasas saturadas.


Al contener gluten se trata de un producto no apto para celíacos, pero sí que podemos tomarla sin problemas si sufrimos otros problemas. La harina de trigo no contiene colesterol ni purinas, así que la ausencia del primero la convierte en un producto beneficioso para el sistema circulatorio y el corazón, además de regularlo. La falta de purinas, común en los diferentes tipos de harinas, hace que las personas con altos niveles de ácido úrico la puedan comer sin preocuparse. También reduce el riesgo de ataque de gota.

Sergei Domashenko || Shutterstock

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¿La harina de trigo integral también es buena?

Esta harina comparte la mayoría de las características de la harina de trigo convencional, pero el salvado exterior hace que aumente su contenido en fibra, además de la proteína adicional, el hierro o el calcio. La mayor presencia de fibra ayuda en casos de estreñimiento, y te permitirá ir mejor al baño. Otra diferencia con la harina convencional es que la harina de trigo integral también aporta vitamina K, buena para la coagulación de la sangre o para la metabolización de los huesos.

Twinsterphoto || Shutterstock

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Eso sí, hay que andarse con cuidado a la hora de comprar harina de trigo integral porque muchas veces lo que nos venden como harina integral no es más que la harina de trigo normal a la que se le añade a posteriori el salvado, convirtiéndose así en una harina integral. Por eso se recomienda comprar harinas de trigo integral ecológicas, que además están libres de pesticidas y productos tóxicos, o fijarse en que la harina se haya obtenido moliendo todo el núcleo a partir de una fuente orgánica.

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