Siempre que hablamos de dietas y de nutrición hacemos hincapié en la importancia de seguir una dieta equilibrada, que incluya todo tipo de alimentos -saludables- para ingerir la mayor cantidad de nutrientes posible. Esto incluye grasas, hidratos de carbono o proteínas, pero también vitaminas y minerales. O lo que es lo mismo, macronutrientes y micronutrientes, que por mucho que su nombre nos invite a pensar que los macro son más importantes que los micro son igualmente importantes para nuestro organismo.

Macronutrientes

Son el principal ingrediente de nuestra dieta, y los podemos dividir entre el material básico que forma el cuerpo humano o el combustible necesario para que funcione. Dentro de esta categoría están las proteínas, los lípidos o grasas y los hidratos de carbono. Se calcula que las proteínas suponen el 44% del peso corporal, mientras que las grasas son un 36%, además de proporcionarnos el 30% de la energía que consumimos. Eso sí, más de la mitad de nuestra energía, el 55%, procede de los hidratos de carbono.

Micronutrientes

La función principal de los micronutrientes es hacer que nuestro metabolismo funcione. Se trata de factores de colaboración imprescindibles para nuestro organismo, ya que la falta de cualquiera de ellos supondría graves problemas. Por ejemplo, no podríamos crecer o no generaríamos energías. En este grupo de nutrientes se incluyen las 13 vitaminas (A, C, D, E, K y las ocho variantes de la vitamina B) y los minerales, entre ellos los oligoelementos como el zinc, el selenio, el hierro o el manganeso.

Diferencias entre macronutrientes y micronutrientes

Como hemos visto, una de sus principales diferencias reside en la función de cada uno; pero la gran diferencia está en las cantidades diarias que necesitamos de cada elemento.

• Las cantidades de macronutrientes que deberíamos ingerir a diario superan el gramo (por ejemplo, un hombre adulto necesitaría 67 gramos de proteína diarios, las mujeres 50)
• Las cantidades de micronutrientes se miden en miligramos o incluso en microgramos -una millonésima parte de un gramo-, como pasa con la vitamina B12.

Precisamente de esa cantidad diaria necesaria nacen los nombres. Los macronutrientes se llaman así porque nuestro cuerpo tiene una necesidad mayor de proteínas, grasas o hidratos de carbono que de micronutrientes como los minerales y las vitaminas.

Si nos fijamos en su función, se complementan los unos a los otros: si los micronutrientes no cumplen con su función metabólica, al cuerpo le resultará imposible asimilar los macronutrientes que ingiere, y no tendrá la energía necesaria para funcionar, provocando fallos que se convertirán en problemas de salud.

Otra de las diferencias importantes es donde encontramos cada tipo de nutrientes. La calidad y la cantidad de macronutrientes y micronutrientes que ingiramos son claves a la hora de mantener una buena salud y lograr una mejora física o de nuestro rendimiento, así que deberemos buscar unos buenos nutrientes.

En los alimentos procesados encontramos más macronutrientes; mientras que los alimentos naturales presentan una cantidad mayor de micronutrientes. Por eso mismo el pan, el azúcar o la comida rápida suponen un elevado aporte calórico, pero su valor nutricional es escaso al no compensarlo con los micronutrientes suficientes.

El agua

Ahora que ya sabes qué son los macronutrientes y los micronutrientes, ¿en cuál de los dos situarías el agua?

Pues bien, el agua es un macronutriente, aunque normalmente no se incluye entre ellos. ¿La razón? El agua es un elemento esencial para nuestro cuerpo -aproximadamente supone un 60% del peso corporal-, pero también es cierto que no obtenemos nada de ella: ni energía, ni proteínas, ni grasas, ni vitaminas, ni minerales... Aún así, es indispensable para que nuestro organismo funcione y deberíamos beber al menos 2 o 3 litros cada día.