Versátil, libre de gluten y repleta de proteínas, así es la harina de garbanzo, un pequeño tesoro a nuestro alcance que podemos utilizar como cualquier otra harina, aprovechando, además, su múltiples propiedades beneficiosas.
Los garbanzos son una de las legumbres más cultivadas y consumidas en todo el planeta. No faltan en numerosos guisos tradicionales, en ensaladas y también en cremas o patés como el humus. La harina que se obtiene de ellos, tampoco es una novedad, ya que se conoce y utiliza desde la antigüedad especialmente en la India y en países de Oriente, pero con la llegada de las harinas a base de cereales, principalmente de trigo o maíz, pasó a un segundo plano. En los últimos años, su consumo se ha incrementado porque son muchos los nutrientes que aporta al organismo y que la convierten en un alimento a tener en cuenta en cualquier dieta equilibrada.
La harina se obtiene de los garbanzos secos y molidos manteniendo inalterable la composición de esta legumbre excepcional. Es especialmente rica en proteína vegetal y en fibra, por lo que resulta perfecta para incorporarla a la dieta de personas que realizan una actividad física intensa y para aquellas que presentan problemas relacionados con el tránsito intestinal. Al igual que ocurre con los garbanzos enteros, la harina derivada conserva micronutrientes como las vitaminas, sobre todo del grupo B; y minerales esenciales, especialmente calcio, magnesio y selenio.
¿Qué puede aportarte la harina de garbanzo?
Incorporar la harina de garbanzos en tu dieta es una buena idea teniendo en cuenta que puedes utilizarla como cualquier otra. Para enharinar, para preparar rebozados, para darle consistencia a una rica salsa, o para hacer tortas o panes tipo “pita” que rellenar con los ingredientes que prefieras. Si te animas a probarla en tus recetas, esta sencilla medida contribuirá a:
Incrementar la ingesta de fibra
La harina de garbanzos aporta una cantidad de fibra muy superior a la que puedes recibir de otras harinas, especialmente si hablamos de harinas refinadas. Está comprobado que una dieta rica en fibra contribuye de manera notable a mejorar el tránsito intestinal previniendo problemas muy variados, desde la aparición de diabetes, hasta el desarrollo de cáncer de colon.
Mejorar la salud cardiovascular
El alto contenido en fibra soluble e insoluble y la presencia mínima de grasas son dos buenas "armas" contra el colesterol “malo” y resultan eficaces a la hora de prevenir problemas de hipertensión. Estudios recientes apuntan a que la harina de garbanzo mejora la circulación sanguínea y es eficaz previniendo problemas cardiovasculares.
Mantener el correcto nivel de glucosa en sangre
Las harinas refinadas, ampliamente utilizadas en la bollería industrial, pueden hacer que la cantidad de azúcar en sangre aumente con peligrosa rapidez (especialmente en el caso de personas diabéticas). Frente a ellas, la de garbanzos, con sus carbohidratos de lenta absorción y su bajo índice glucémico, proporciona energía sin alterar la correcta proporción de glucosa.
Ayudar en el control del peso
Seguir una dieta de adelgazamiento no implica tener que eliminar la harina de nuestra cocina. Todo depende de cuál elijamos. Nuevamente es la cantidad de fibra y la densidad de nutrientes que aporta la de garbanzos lo que la hace adecuada ayudando a mantener los kilos bajo control. La combinación de carbohidratos complejos y fibra de efecto saciante es ideal para ayudarte a no engordar.
Equilibrar el pH sanguíneo
La harina de garbanzo no solo resulta de fácil digestión sino que, además, es un alimento neutro (alcalino) que reduce la acidez en nuestro organismo, logrando un pH equilibrado, algo esencial para la buena salud en general.
Prevenir posibles alergias o intolerancia al gluten
Simplemente, esta harina no lo contiene, por lo que es especialmente recomendable para personas celiacas o que presentan intolerancia a esta proteína que está en muchas de las harinas refinadas que proceden de los cereales.