Aunque no seas un experto en nutrición seguro que relacionas un alimento rico en antioxidantes con una dieta saludable. ¡Haces bien! Los antioxidantes son moléculas beneficiosas para el organismo porque ayudan a neutralizar los efectos de los radicales libres que produce nuestro propio metabolismo celular.
¿Cómo ayudan los antioxidantes a nuestro organismo?
Los “temibles” radicales libres se originan de forma natural por el proceso de oxidación que tiene lugar en nuestras células (reciben oxígeno y nutrientes y generan sustancias de desecho). Este intercambio químico, base de la vida en sí misma, puede provocar que una célula sana, con sus electrones emparejados, pierda uno de ellos, volviéndose inestable…. estamos, entonces, ante un radical libre. Además, esa célula intentará “robar” el electrón que le falta a otra, creando una cadena de radicales libres capaz de llegar a daña múltiples tejidos corporales (deterioro de los lípidos, proteínas, ácidos nucleicos…). En realidad, no envejecemos, nos “oxidamos”.
Nuestro cuerpo cuenta con sus propios antioxidantes (enzimas principalmente) para frenar la acción de los radicales libres, pero una nutrición adecuada puede ser la mejor aliada para ayudar al organismo en su particular batalla.
La contaminación ambiental, el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, una dieta desequilibrada o la exposición solar continuada, sin las debidas precauciones, son factores que potencian la presencia de radicales libres incrementando el riesgo de padecer dolencias cardiovasculares, arterioesclerosis, algunos tipos de cáncer, enfermedades degenerativas y por supuesto, envejecimiento prematuro de la piel.
Antioxidantes ¡al rescate!
Hay que insistir en que la oxidación es un proceso natural (inevitable) pero con buenos hábitos de vida y una alimentación variada y saludable, sus efectos negativos pueden minimizarse. Incluir en la dieta alimentos ricos en antioxidantes, capaces de neutralizar a los radicales libres, es importante a la hora de mantenernos jóvenes por dentro y por fuera.
Los antioxidantes naturales más comunes, fáciles de obtener con una correcta nutrición son:
- Vitaminas: C, E y pro vitamina A (beta caroteno). están presentes en numerosas frutas y verduras, por ejemplo: vitamina C en los cítricos (naranja, pomelo, kiwi), vitamina E, en el aguacate, en algunos cereales integrales y en los aceites vegetales, vitamina A, en hortalizas como zanahorias, calabaza y pimiento rojo.
- Minerales: son tres los minerales que poseen mayores propiedades antioxidantes: el selenio, presente en alimentos de origen animal, fundamentalmente pescados, mariscos y carne, el zinc, que no falta en muchos frutos secos y el manganeso, del que disponen las legumbres, los frutos secos y los algunos cereales integrales.
- Omega 3. este ácido graso esencial, que se encuentra principalmente en el pescado azul, no solo ayuda a reducir el nivel de colesterol “malo” sino que también neutraliza los radicales libres.
- Polifenoles: son un conjunto de sustancias principalmente de origen vegetal capaces de aportar multitud de beneficios al organismo: evitan los procesos inflamatorios, protegen el sistema cardiovascular, retrasan el envejecimiento, ayudan a evitar el sobrepeso y además, son potentes antioxidantes. Las isoflavonas de la soja, las catequinas del té, el resveratrol, que se encuentra en la uva y sus derivados (mostos y vinos), los taninos, también presente en el vino y en el cacao, o la quercina, que contiene la cebolla, son algunos de los más habituales.
- Carotenoides. Luteína, licopeno… son los antioxidantes responsables del color anaranjado - rojizo que encontramos en algunas frutas, verduras y hortalizas como el tomate, la zanahoria, la calabaza o la sandía.
Estas son solo algunas de las sustancias que nos ofrece la naturaleza para mantener nuestro organismo sano y joven por más tiempo. Una dieta rica en antioxidantes es una medida efectiva para evitar el envejecimiento prematuro minimizando el deterioro que causan los radicales libres en las células que forman nuestros distintos órganos. Prevenir enfermedades cardíacas y degenerativas, potenciar el sistema inmunitario, incluso evitar la aparición de algunos tipos de cáncer son algunos de los beneficios que la suficiente ingesta de antioxidantes puede proporcionarnos.