Dieta macrobiótica, vuelta a lo natural

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Conservantes, alimentos procesados, estabilizantes, abonos químicos, alimentos elaborados, complementos alimenticios artificiales… todos son términos que no tienen cabida en la dieta macrobiótica, una dieta de origen japonés, basada en la filosofía Zen, que ve en los alimentos que proporciona directamente la naturaleza la clave de nuestra propia salud y felicidad.

La dieta forma parte de un estilo de vida cuyo fin último es lograr el equilibrio físico y mental a través de la nutrición. Parte de las investigaciones del japonés George Ohsawa, aunque quien la “europeizó” fue Michio Kushi. En ella se establecen dos tipos de alimentos:

  • Alimentos Ying: son “fríos” y no aportan, sino que debilitan el organismo: azúcar, lácteos, miel, bebidas alcohólicas, café y frutas tropicales son algunos de ellos.
  • Alimentos Yang: tonifican y proporcionan energía, “calor”. Son fundamentalmente tres grupos: cereales, vegetales y legumbres.

Se trata, en definitiva, de una dieta esencialmente ecológica (productos naturales) y vegetariana (la proteína animal se va eliminando de manera progresiva hasta que la alimentación se reduce prácticamente a la ingesta exclusiva de cereales integrales.

Milleflore Images || Shutterstock

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Principios básicos de una dieta macrobiótica estricta

La dieta macrobiótica no es una dieta fácil de seguir. Supone no solo un cambio sustancial y a largo plazo en la alimentación, sino una nueva forma de entender el mundo rechazando todo aquello que no provenga directamente de la naturaleza. Es por eso que no puede considerarse una de las llamadas “dieta milagro”, porque implica un cambio de vida radical y sus efectos se aprecian a lo largo de los meses.

Entre sus principios básicos destacan:

  • Los distintos tipos de algas cobran protagonismo.
  • Durante las primeras semanas pueden tomarse algunas hortalizas siempre que no sean: patata, tomates y berenjenas.
  • Los cereales integrales son la base de la dieta y el fin último es alimentarse exclusivamente de ellos.


  • La forma de cocinar también es importante. Los alimentos han de tomarse preferiblemente hervidos y si se preparan en guiso, siempre con aceite vegetal y cocinados en recipiente de barro o acero. El único condimento permitido es la sal marina.
  • Las frutas, mejor cocida (en compota).
  • Hay que comer despacio, masticando cada bocado unas 50 veces.

Nadiia Loboda || Shutterstock

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El menú macrobiótico

Esta dieta macrobiótica, a la que se han apuntado numerosos actores, cantantes y personajes conocidos, establece la siguiente proporción en la ingesta diaria de alimentos:

  • sopas y líquidos en general: 10 – 15%
  • algas y legumbres: 10 – 15 %
  • vegetales: 20 – 35%
  • cereales integrales: 50 – 60%

La idea es modificar, de manera progresiva, estas cantidades hasta que en nuestra alimentación los cereales ocupen el 80 – 90%.

La macrobiótica establece que debemos comer sin alterar nuestras características biológicas. Según sus principios, el ser humano no está preparado para consumir alimentos elaborados en los que se incluyen elementos químicos, por lo que hay que volver a la alimentación tradicional, en la que cereales, verduras y legumbres eran fundamentales.

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Ventajas e inconvenientes de la dieta macrobiótica

Como ocurre con cualquier otra dieta, ésta tiene defensores y detractores. Sin duda no es un tipo de alimentación apto para todo el mundo. Aunque la dieta tiene en cuenta las características físicas de cada persona (edad, sexo, complexión, lugar donde habita…) el hecho de eliminar las proteínas animales (carne y pescado) la descarta en aquellos casos  en los que exista carencia de hierro (anemia) o falta de la indispensable vitamina B12 (los análisis previos y durante las primeras semanas de la dieta son imprescindibles). Como inconveniente, también hay que señalar que la dieta macrobiótica es un poco más cara, ya que los alimentos ecológicos y libres de cualquier conservante no abundan y no todos los bolsillos se los pueden permitir.

Aunque resulte económicamente costosa, su principal ventaja radica precisamente en eso, en el hecho de basarse en una alimentación totalmente natural, libre de toxinas y con alto poder para depurar el organismo. El objetivo de la dieta macrobiótica es una vida más saludable, en la que también tienen cabida los remedios naturales y la meditación para cuidar no solo el cuerpo sino, además, el propio equilibrio psíquico y emocional.

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