Los veganos son para muchos los vegetarianos “puros” porque su dieta no solo excluye todo tipo de carnes y pescados, sino, además, cualquier alimento que proceda directa o indirectamente de los animales, entre ellos la leche y sus derivados y los huevos.

Frutas, verduras, hortalizas, legumbres y cereales son la base de la dieta vegana, una dieta, por tanto, totalmente exenta de nutrientes de origen animal pero que, combinando correctamente los distintos alimentos permitidos, puede resultar perfectamente equilibrada y saludable.

Entre los beneficios que señalan los defensores de esta dieta y de la elección de vida que supone ser vegano destacan:

Peso y obesidad bajo control ¡sin contar calorías!

La vegana no es una dieta restrictiva en cuanto a las cantidades que deben ingerirse en cada comida. La pérdida de kilos que conlleva (especialmente durante las primeras semanas, al pasar de una alimentación “tradicional” a ésta) se debe a la supresión de alimentos de alto valor calórico, ricos, además, en grasas y en carbohidratos simples. Eliminando del menú diario carnes, pescados, lácteos, embutidos, alimentos procesados o alimentos precocinados (con presencia de ingredientes de origen animal), la pérdida de peso no tardará en resultar evidente. En casos de obesidad, es más que recomendable.

Mejora de dolencias cardiovasculares

Las frutas y verduras son esenciales en cualquier dieta que se considere saludable (2 – 3 raciones diarias). En ellas, las grasas saturadas y el colesterol (malo) son inexistentes. Es precisamente su predominio total  en la dieta vegana lo que hace que ésta beneficie especialmente a aquellas personas que presentan algún tipo de enfermedad del corazón, hipertensión o problemas de circulación sanguínea.

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Es la dieta “détox” por excelencia

Seguir esta dieta, aunque sea de manera temporal, ayuda a depurar el organismo. La presencia de cereales y legumbres, alimentos con alto contenido en fibra, contribuye a mejorar el tránsito intestinal y a eliminar toxinas y grasas. También las frutas, como el melón, la sandía, la pera, la piña… enteras, en forma de zumo o combinadas con hortalizas como el pepino o el tomate, aportan al cuerpo un extra de agua que refuerza los efectos depurativos de esta dieta. Problemas como el estreñimiento o la retención de líquidos mejoran o incluso desaparecen con una alimentación vegana.

Vivir más años y más saludables

Aunque no existe una base científica que lo demuestre, son muchos los estudios que apuntan a que ingerir exclusivamente alimentos de origen vegetal aumenta la longevidad previniendo enfermedades como algunos tipos de cáncer.

Además, la dieta vegana apuesta por el bienestar y equilibrio. Su objetivo es vivir en armonía con la naturaleza, con absoluto respeto al reino animal, ya que para algunos la mejor fórmula para encontrar el equilibrio interior.

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Menor riesgo de alergias e intolerancias

Los defensores de la dieta vegana insisten en que con ella el sistema inmunológico se ve reforzado y las alergias e intolerancias alimenticias son menos frecuentes. Limitar la ingesta de toxinas, presentes en muchos alimentos procedentes de  granjas  de animales (criados en la mayoría de los casos con piensos no ecológicos) o incluso en los peces (en los que cada vez es más frecuente encontrar altos contenidos en metales pesados como el mercurio o el plomo) es una garantía de una menor presencia de elementos nocivos en nuestro organismo. Por otra parte, eliminar alimentos como el huevo o la leche, a los que muchas personas presentan alergias o intolerancia puede ser la solución a sus problemas digestivos.

Pero... ¿cómo evitar carencias con una dieta vegana?

Muchos de sus beneficios son evidentes, pero es importante señalar que la dieta vegana elimina alimentos que poseen nutrientes esenciales cuya carencia prolongada puede afectar al buen estado físico. Sustituir la proteína animal, incorporando al menú alimentos que aporten esa necesaria proteína pero de origen vegetal, es fundamental para que la dieta aporte solo ventajas y garantizar las vitaminas indispensables para los veganos: tofu, seitán, soja… no pueden faltar. Tampoco las algas, ricas en minerales, los aceites de semillas (especialmente sésamo y lino) que incorporan el calcio necesario para mantener en buen estado huesos y articulaciones, los frutos secos, fuente de grasas saludables, o las llamadas frutas del bosque (arándanos, fresas, grosellas, moras…) con sus flavonoides y antioxidantes esenciales para una dieta que puede ser tan rica y variada como cualquier otra.