¿Notas que tu aparato digestivo no funciona correctamente? ¿Te cuesta hacer la digestión o sufres problemas de tipo intestinal? ¿Tienes alergia a algún tipo de alimento? Si has contestado afirmativamente a alguna de estas preguntas, no dudes en añadir los probióticos a tu dieta habitual.
Los probióticos son los organismos vivos que resisten los efectos de la digestión y permanecen activos en nuestro intestino. Está demostrado científicamente que, si ingerimos probióticos en las cantidades adecuadas, conseguiremos efectos muy beneficiosos en distintos niveles de nuestro organismo.
El término probiótico procede de la Antigüedad griega y fueron descubiertos por el científico ruso Elie Metchnikoff, quien apoyó la teoría de que comer lácteos fermentados aportaba grandes beneficios a la salud humana.
¿Para qué sirven los probióticos?
Uno de los aspectos más positivos de ingerir probióticos es su potente efecto en todo nuestro aparato digestivo. Y es que, gracias a ellos, conseguiremos que nuestras digestiones sean mucho más ligeras, y recuperaremos el equilibrio natural de nuestra flora intestinal, aliviando también el estreñimiento, los gases, la diarrea o el mal aliento, entre otras muchas dolencias.
Los probióticos actúan mediante el desplazamiento de los microorganismos que son nocivos para la salud evitando, de esta forma, su proliferación en el cuerpo humano. Además de esto, ayudan a reforzar el sistema inmunitario, y favorecen la absorción de nutrientes esenciales como el calcio, el hierro o el magnesio.
Además de todas estas funciones, los probióticos colaboran de forma activa en la formación de las vitaminas, sobre todo las vitaminas del grupo K y las del grupo B, imprescindibles a la hora de transformar los hidratos que ingerimos en energía, así como para la creación de glóbulos rojos.
Otro de los beneficios más destacados de los alimentos probióticos son su poder antiinflamatorio, sobre todo en enfermedades de tipo intestinal, y en las que se producen al nivel de la piel.
Y para los alérgicos a determinados alimentos, como por ejemplo la leche, los probióticos contrarrestan en gran medida los efectos nocivos de las alergias y ayudan a atenuarlos, mejorando así la sensibilización del organismo ante la ingesta de estos alimentos.
Algunos de los alimentos con altas dosis de probióticos en su composición son, por ejemplo: el kéfir, el yogur, el chocolate puro, los pepinos encurtidos, la sopa japonesa de miso, el chucrut y el té de Kombucha. Sin embargo, existen otros muchos alimentos y platos típicos de otros países que contienen una gran cantidad de probióticos como es el caso del Kimchi, un plato procedente del continente asiático.
¿Cuántos probióticos se deben tomar diariamente?
El uso y la dosis de probióticos recomendada dependerá del problema que necesitemos tratar o, de distinguir si los tomamos para curar alguna dolencia, o simplemente para reforzar nuestro sistema inmunitario.
Por norma general, están recomendados para cualquier persona que busque restaurar el equilibrio de su flora intestinal, así como para embarazadas, para personas que toman antibióticos, o para los intolerantes a la lactosa, entre otros.
Sin embargo, para que los probióticos cumplan su función al cien por cien en nuestro organismo, es necesario que el alimento en cuestión contenga, al menos, unas 10 millones de células (organismos vivos) por cada 100 mililitros.
Lo que también es importante tener en cuenta es que existen infinidad de probióticos y que cada uno de ellos actúa en una parte concreta de nuestro organismo. En el caso de ingerir probióticos para tratar enfermedades del tracto digestivo como la diarrea, los gases, o las digestiones pesadas, los probióticos más utilizados son los Lactobacillus casei y el el Bifidobacterium.
Otro de los probióticos más empleados es el Lactobacillus Acidophilus que, además de proporcionar beneficios sobre el tracto intestinal, también actúa de forma efectiva en la producción de vitaminas del grupo B. Además, es un probiótico muy utilizado para mejorar la digestión de la lactosa, así como a atenuar los síntomas de muchas patologías intestinales.